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Claudio Arrau y el psicoanálisis

 

 

El primer acercamiento de Claudio Arrau con el psicoanálisis podría estar en 1923, cuando el joven músico tenía 20 años.

Sus conocimientos y propuesta respecto a estas temáticas pueden encontrarse en su artículo titulado “Mirando hacia el psicoanálisis” realizado para la revista norteamericana High Fidelity en 1967. Este mismo artículo es publicado posteriormente en la Revista Universitaria de la Pontificia Universidad Católica de Chile (PUC) en 1983. El trabajo plantea principalmente que el estudiante de las artes debe necesariamente conocerse a sí mismo, contar con las herramientas para combatir los temores, colapsos y bloqueos tan propios de estas profesiones. En otras palabras, entender el psicoanálisis como un elemento de formación básico en los primeros años de aprendizaje. Se muestra con una postura crítica respecto a la sociedad, cuestionando la prioridad que se da a la competencia y el mundo material, la situación en desventaja de las mujeres dentro de una estructura social particularmente patriarcal y machista, etc. Así propone el psicoanálisis y la danza como guía para enfrentar conflictos y sufrimientos, los cuales considera fuente vital del poder creativo en la medida que el sujeto los reconozca e interprete.

El interés por este método no fue azaroso, sino que una serie de difíciles situaciones prepararon el camino para el acercamiento del maestro al psicoanálisis. Martin Krause, el profesor que Claudio Arrau asoció con una imagen paterna, fallece el 18 de febrero de 1918, dejando al joven músico a la deriva. Confundido y guiado por una “lealtad infantil” hacia Krause, decidió continuar sus estudios en solitario. Sin lugar a dudas este fue un duro golpe emocional para el joven de 15 años.

Los años posteriores no fueron sencillos. Corrían momentos duros, la administración chilena le había quitado la beca de estudios y su entorno correspondía a una Europa de entreguerras y devastada. Así, Claudio se ve en la necesidad de realizar una gira en Latinoamérica, incluyendo Chile, país que visita el 2 de mayo de 1921, pero esta vez como pianista profesional.

De retorno en Alemania, se sumerge en sus estudios musicales hasta 1923, año en que realiza una gira en Estados Unidos, donde por vez primera se encuentra con un público algo apático, crítico y hostil, conociendo así, el lado poco amable de la fama. Esta situación lo conduce a pensar que era momento de abandonar su carrera artística.

Este período oscuro de su vida se prolongó desde que tenía 15 a 20 años. Él mismo describiría este período como el momento más “difícil y  desdichado” de su vida. Continuó trabajando y ganando premios, pero se hundía emocionalmente y pensaba constantemente en el fin, en la muerte.

Todas estas situaciones conducen a Claudio a una crisis existencial. Es así como decide consultar al psiquiatra especialista Hubert Abrahamson, con quien entabló amistad y hermandad, y además, descubre su interés por el psicoanálisis. Abrahamson dedicó su vida a estudiar a Freud y Jung, para posteriormente identificarse con el área de la psicología existencial. Claudio Arrau en su artículo “Mirando hacia el psicoanálisis” escribía que fue él quien le ayudo a interpretar sus sueños, reconocerlos, asimilarlos y aclarar sus objetivos. 

Luis Merino en su trabajo “Claudio Arrau en la historia de la música chilena”, nos recuerda que fue tal la cercanía entre Arrau y Abrahamson, que al inicio de la Segunda Guerra Mundial (y producto de la persecución racial del régimen nacionalsocialista), Arrau tramitó una visa chilena para su amigo. Con ella, Abrahamson se movió a Santiago, para trasladarse posteriormente a Nueva York. Luego de unos años regresa a Alemania, donde falleció en 1973.

No fue por simple intriga, curiosidad o coincidencia que Arrau sintió atracción por el psicoanálisis, sino que se vio en la necesidad de tratar algunas problemáticas emocionales que le aquejaban, dificultando e incluso arriesgando su proceso de formación profesional.

Por otro lado, no sería del todo correcto considerar el aporte de Claudio como una teorización dirigida sólo hacia el psicoanálisis, sino que entrega además reflexiones destinadas al sistema de enseñanza, es decir, contribuye también con una propuesta educativa humanista que contempla el desarrollo personal, observaciones que 50 años después continúan siendo vigentes.   

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