Lucrecia León:
Los cimientos musicales de Arrau
Claudio fue el tercer y último hijo de este matrimonio, quien nace cuando Lucrecia tenía 44 años.
Lucrecia León se llamaba la madre de Claudio Arrau, mujer siempre atenta y preocupada de desarrollar al máximo el potencial artístico de su hijo, tal como ella misma lo afirmaría en el libro “La madre de Arrau cuenta la infancia de Claudio”.
En el texto relata: “…la carrera de mi hijo se había convertido para mí en el objetivo más importante de mi vida y ningún sacrificio me parecía demasiado grande para protegerla". Sin lugar a dudas, la persona fundamental en la vida de Claudio Arrau nació el 15 de noviembre de 1859 en Quirihue, dentro de una familia medianamente acomodada constituida por José Ignacio León y Catalina Bravo. Lucrecia tocaba piano y estudiaba con regularidad a los clásicos franceses. En 1880 se casó con Carlos Arrau Ojeda, un conocido médico oftalmólogo de Chillán, propietario de considerables extensiones agrícolas. Claudio fue el tercer y último hijo de este matrimonio, quien nace cuando Lucrecia tenía 44 años.
En 1904 Carlos fallece tras un accidente, y Lucrecia queda sola con la tarea de dirigir a la familia en todos los aspectos. Decide vender propiedades e impartir clases de piano. Este es un momento crucial, ya que debido a la constante interpretación de piezas musicales de piano dentro de la casa, Claudio se acerca a la música desde pequeño, mostrando alegría y motivación. Con 3 años, Claudio sabía leer ya partituras, comenzó como un juego, pero ante la insistencia del niño, Lucrecia le ayudó en el perfeccionamiento de sus conocimientos y habilidades musicales.
En el libro de Joseph Horowitz, “Conversation with Arrau”, Claudio recordaba que cuando niño era tal su afición con la música que incluso comía junto al piano, Lucrecia lo seguía y aprovechaba la más mínima oportunidad distractora para hacerlo ingerir alimento.
Lucrecia se resignó durante un tiempo a no mostrar el talento de su hijo, producto del temor a que fuera entendido como “chochería” materna, comentaba ella para la revista Ercilla en 1939. Lucrecia siempre lo alentó a desarrollar sus capacidades musicales, por ello, luego de mucho dudar, decide que el pequeño haga una presentación en un acto para la Banda del Regimiento de Chillán el 19 de septiembre de 1908, siendo su primera presentación en público a la edad de 5 años.
Gracias a esta presentación, a mediados de 1909, Lucrecia decide mudarse a Santiago. En la capital el músico Bindo Paoli se desempeñaría como entusiasta maestro del pequeño Claudio.
Convencida del talento de su hijo, Lucrecia recurre a unos de sus amigos con influencias en la política, hablamos del periodista Antonio Orrego Barros. Él promueve al muchacho entre políticos y oligarcas del Chile del Centenario, logrando el 29 de marzo de 1911 acceso a una beca de estudios en Alemania.
A mediados de 1911, Lucrecia –sin saber nada de alemán, pero dominando el francés- parte rumbo a Berlín con sus tres hijos. Una vez allá, fueron recibidos por Matilde Yungue, amiga de Lucrecia.
En 1939 insistía en que la carrera de su hijo se había convertido en el objetivo más importante de su vida y ningún sacrificio le parecía demasiado grande para protegerla. En Alemania, Claudio inicia el camino a la profesionalización de su carrera musical. La estadía de la familia en Berlín se prolongaría hasta 1941, año en que el totalitarismo y la persecución los obliga a emigrar a Estados Unidos.
Lucrecia siempre lo acompañó y fue su apoyo incondicional en momentos duros de la vida, como cuando, por ejemplo, Claudio era adolescente y pensó en abandonar su carrera musical. Lucrecia Bravo falleció el 25 de octubre de 1959 en Douglaston, Nueva York.